¶El que hiriere a un hombre de modo que muera, será muerto irremisiblemente.
Y ciertamente pediré cuenta de vuestra sangre, la sangre de vuestras vidas: de mano de todo animal pediré cuenta de ella, y de mano de hombre; de mano de cada hermano del hombre pediré cuenta de la vida del hombre.
El que derramare la sangre del hombre, por el hombre será derramada su sangre; porque a la imagen de Dios hizo Jehová al hombre.
¶Dijo entonces David a Natán: ¡He pecado contra Jehová! Y Natán respondió a David: También Jehová ha dejado pasar tu pecado; no morirás.
¶No matarás.
Mas si no quisiere hacer con ella estas tres cosas, entonces ella saldrá de balde, sin rescate.
¶Asimismo cualquiera que hiriere mortalmente a persona alguna, será muerto irremisiblemente.
Entonces le dice Jesús: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que toman la espada, a espada perecerán.
¡Maldito aquel que matare ocultamente a su prójimo! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén!