Asimismo les diste pan del cielo para satisfacer su hambre, y les sacaste aguas de la peña, para aplacar su sed; y les mandaste que entrasen y heredasen la tierra respecto de la cual alzaste tu mano, jurando dársela.
Por esto te afligió y te dejó padecer hambre; y entonces te dió a comer el maná, que tú no habías conocido, ni lo conocieron tus padres; para hacerte saber que no de pan solo vive el hombre, sino que el hombre vive de toda palabra que sale de la boca de Dios.