Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel; háblales, diciendo: A la caída de la tarde comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan; y conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios.
Llegándose entonces el varón de Dios, dijo al rey de Israel: Así dice Jehová: Por cuanto dicen los Siros: Dios de la serranía es Jehová, mas no es Dios de los valles, por lo mismo entregaré toda esta inmensa multitud en tu mano; y conoceréis que yo soy Jehová.
Así dice Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: He aquí que con la vara que tengo en la mano voy a herir las aguas que están en el río, y se convertirán en sangre.
Entonces conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios. que habito en Sión, mi santo monte: y Jerusalem será santa; y los extraños no pasarán más por ella.
porque yo soy Jehová vuestro Dios; por lo mismo os santificaréis, y seréis hombres santos, porque yo soy santo; y no habéis de contaminaros con ninguna clase de reptil que anda arrastrándose sobre la tierra.
Y traeré esta tercera parte por el fuego, y los acrisolaré como se acrisola la plata, y los probaré como se prueba el oro; ella clamará a mí, y yo le responderé: diré: ¡Pueblo mío es! y ella dirá: ¡Jehová es mi Dios!
¶Y la chusma que de Egipto venía en medio del pueblo, se dejó llevar de una codicia vehementísima; y también los hijos de Israel tornaron y lloraron, diciendo: ¿Quién nos dará a comer carne?
¿Hasta cuándo tengo de sufrir a esta Congregación perversa, que sigue murmurando contra mí? Yo he oído las murmuraciones que los hijos de Israel profieren contra mí.