Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu simiente después de ti en sus generaciones sucesivas, por pacto eterno, de ser yo tu Dios, y el de tu simiente después de ti.
¶Empero ¿habitará verdaderamente Dios sobre la tierra? He aquí que los cielos y los cielos de los cielos no te pueden abarcar, ¿cuánto menos esta Casa que yo acabo de edificar?
Entonces dijo Moisés al pueblo: No temáis; estad firmes, y veréis la salvación que Jehová obrará por vosotros hoy; porque en cuanto a los Egipcios que hoy habéis visto, nunca mas para siempre los volveréis a ver.
Díjole además: Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces cubrióse Moisés el rostro, porque tuvo temor de mirar a Dios.
He aquí que Dios es mi salvación; confiaré y no tendré temor; porque mi fortaleza y mi canción es Yah Jehová; el cual también se ha hecho mi salvación.
sí, él me ha dicho: Es cosa muy liviana que seas tú mi Siervo, a fin de que vuelvas a levantar las tribus de Jacob, y hagas volver los preservados de Israel; pues yo te pondré por luz de las naciones, para que alcance mi salvación hasta los fines de la tierra.
ASÍ dice Jehová: El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies; ¿qué manera de Casa edificaréis para mí? ¿y cuál será el lugar de mi descanso?
¡Verdaderamente mentiroso fué el auxilio que esperábamos de los collados, y de la bulla sobre las montañas! ¡verdaderamente en Jehová nuestro Dios está la salvación de Israel!
sino que éste será el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en sus entrañas, y en su corazón la escribiré; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo:
sales para la salvación de tu pueblo, para la salvación de tu ungido; magullas la cabeza de la casa de los inicuos, descubriendo el cimiento de arriba a abajo. (Pausa.)
Y traeré esta tercera parte por el fuego, y los acrisolaré como se acrisola la plata, y los probaré como se prueba el oro; ella clamará a mí, y yo le responderé: diré: ¡Pueblo mío es! y ella dirá: ¡Jehová es mi Dios!
es a saber, que Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo mismo al mundo, no imputando a los hombres sus transgresiones; y a nosotros nos ha encomendado la palabra de la reconciliación.
Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: ¡Grandes y maravillosas son tus obras, oh Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de los siglos!
Y DESPUÉS de esto, oí como si fuese un grande estruendo de una gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! ¡La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios;