Mas él se tardaba; por lo cual trabaron los varones de su mano, y de la mano de su mujer, y de la mano de sus dos hijas, en la clemencia de Jehová para con él, y le sacaron, y le dejaron fuera de la ciudad.
Entonces el rey dijo a Sadoc: Vuelve a llevar el Arca de Dios a la ciudad; si yo hallare gracia en los ojos de Jehová, él me hará volver, y me permitirá verla a ella y su Habitación.
¡Acuérdate de tu Congregación que adquiriste de antiguo tiempo, que redimiste como la porción de tu herencia; de este Monte de Sión, donde has habitado.
Caerán sobre ellos terror y pavor; por la grandeza de tu brazo quedarán silenciosos como una piedra, hasta qué pase tu pueblo, oh Jehová, hasta que pase este pueblo que tú acabas de adquirir.
Los harás entrar y los plantarás en el monte de tu herencia; lugar que preparaste para tu misma habitación, oh Jehová; Santuario, Señor, que establecieron tus manos.
Por tanto, di a los hijos de Israel: Yo soy Jehová, y os sacaré de debajo de las cargas de los Egipcios, y os libertaré de la servidumbre de ellos, y os redimiré con brazo extendido y con juicios grandes.
¿No eres tú el mismo que secaste el mar, las aguas del grande abismo? ¿el que convertiste en camino las honduras del mar, para que pasaran los redimidos?
Porque así dice el Alto y el Excelso, que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en el lugar alto y santo; habito también con aquel que es de espíritu contrito y humilde; para vivificar el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los contritos.
En todas sus aflicciones él fué afligido, y el Ángel de su presencia los salvaba; en su amor y en su compasión los redimió, y los alzaba en brazos, y los llevaba todos los días de la antigüedad.
Y no dijeron: ¿Dónde está Jehová, el que nos hizo subir de la tierra de Egipto, el que nos condujo por el desierto, por una tierra de yermos y de hoyos, por una tierra de sequía y de sombra de muerte, tierra por donde nadie pasa, y donde ningún hombre habita?