Y cuando Faraón se iba acercando, los hijos de Israel alzaron los ojos, y ¡he aquí a los Egipcios que venían marchando en pos de ellos! Y temieron mucho, y clamaron los hijos de Israel a Jehová.
Sucedió pues que cuando vieron los capitanes de los carros a Josafat, dijeron: El rey de Israel es; por lo cual se volvieron para pelear contra él. Y Josafat alzó el grito; y Jehová le ayudó; y Dios los movió a que le dejasen.
Allí temblaron de espanto: para ti no hay motivo de espanto; ¡porque Dios dispersó los huesos de aquel que asentó campamento contra ti! ¡Tú los avergonzaste, por cuanto Dios los ha desechado!
Y sucedió que cuando Faraón hubo enviado al pueblo, no le condujo Dios por el camino de la tierra de los Filisteos, porque estaba cerca; pues dijo Dios: No sea que se arrepienta el pueblo al ver la guerra, y se vuelva a Egipto;
Mas él clamó a Jehová, y mostróle Jehová un árbol, el que echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí Dios impuso a Israel estatutos y leyes, y allí le probó;
Y cuando fué dado aviso a la casa de David, diciendo: la Siria se ha confederado con Efraim, conmovióse su corazón, y el corazón de su pueblo, como se agitan los árboles del bosque delante del viento.
¶Acuérdate, jamás se te olvide, de cómo provocaste a Jehová tu Dios en el desierto; desde el día que saliste de la tierra de Egipto hasta vuestra llegada a este lugar, habéis sido rebeldes para con Jehová.
Saqué pues a vuestros padres de Egipto, y llegasteis al mar; y siguieron los Egipcios al alcance de vuestros padres, con carros y con gente de a caballo, hasta el Mar Rojo.
Mas los hijos de Israel clamaron a Jehová; el cual puso tinieblas entre vosotros y los Egipcios, y trajo sobre ellos el mar, que los cubrió: y vieron vuestros ojos lo que hice en Egipto. Y habitasteis en el desierto muchos días.
No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor; por cuanto el temor tiene en sí castigo: el que teme, no ha sido hecho perfecto en el amor.