Mas cuando a Ester hija de Abihael, tío de Mardoqueo, a quien éste había tomado por hija suya, le tocó en turno entrar al rey, ella no pidió otra cosa sino lo que dijo Hegeo, eunuco del rey, guarda de las mujeres: y Ester hallaba gracia en presencia de cuantos la miraban.
Escribió pues Mardoqueo en nombre del rey Asuero, y lo selló con el anillo del rey; y envió las cartas por mano de correos en caballos, y de los que cabalgaron en corceles, y en mulos, hijos de yeguas;
Y los correos salieron, apremiados por la orden del rey; y el edicto fué promulgado en Susán, ciudad metrópoli. Y el rey y Hamán se sentaban a beber; pero la ciudad de Susán estaba perpleja.
y que estos días fuesen recordados y observados en cada generación, en cada familia, en cada provincia y en cada ciudad; y que estos días de Purim no cayesen en desuso entre los Judíos, ni la memoria de ellos acabase entre su descendencia.