Y dije al rey: ¡Viva el rey para siempre! ¿Por qué no ha de estar triste mi rostro, cuando la ciudad de los sepulcros de mis padres está desierta, y sus puertas quemadas a fuego?
¡Porque hemos sido vendidos, yo y mi pueblo, para que nos destruyan, y para que nos maten y nos exterminen! Que si para siervos y para siervas fuéramos vendidos, entonces hubiera yo callado; bien que el adversario no pudiera resarcir el perjuicio del rey.
EN el mes doce, es decir, el mes de Adar, al día trece del mismo, cuando tocó la ejecución de la orden del rey y su edicto, día en que esperaban los enemigos de los Judíos tener el dominio sobre ellos, sucedió todo lo contrario; porque tuvieron los judíos el dominio sobre los que los odiaban.
¡Mis entrañas! ¡mis entrañas! ¡me duelen las paredes de mi corazón; se conmueve mi corazón; no puede estarse quieto, por cuanto has oído, oh alma mía, el sonido de la trompeta y la alarma de guerra!