¶De nuevo Ester volvió a hablar delante del rey, y cayó ante sus pies llorando, y rogándole que frustrara la malicia de Hamán agagueo, y su designio que había tramado contra los Judíos.
Pero luego que llegó al varón de Dios en el monte Carmelo, ella le trabó de los pies. Entonces llegóse Giezi para echarla; mas díjole el varón de Dios: ¡Suéltala! porque su alma está acongojada dentro de ella, y Jehová me tiene encubierta la causa, y no me la ha revelado.
DESPUÉS de estas cosas el rey engrandeció a Hamán hijo de Hamedata, agagueo, y ensalzóle, y puso su asiento más alto que el de todos los príncipes que tenía.
¡Porque hemos sido vendidos, yo y mi pueblo, para que nos destruyan, y para que nos maten y nos exterminen! Que si para siervos y para siervas fuéramos vendidos, entonces hubiera yo callado; bien que el adversario no pudiera resarcir el perjuicio del rey.
El cual Jesús, en los días de su carne, ofreció oraciones y también súplicas, con vehemente clamor y lágrimas, a aquel que era poderoso para librarle de la muerte; y fué oído y librado de su temor.
Y, caída a sus pies, dijo: ¡Sobre mí, sobre mí, señor mío, sea esta iniquidad! Permite, te lo ruego, que hable tu sierva en tus oídos, en tanto que escuches las palabras de tu sierva.