Y los correos salieron, apremiados por la orden del rey; y el edicto fué promulgado en Susán, ciudad metrópoli. Y el rey y Hamán se sentaban a beber; pero la ciudad de Susán estaba perpleja.
(si he hallado gracia en los ojos del rey, y si pluguiere al rey conceder mi petición y hacer mi demanda), es que venga el rey, y Hamán con él, al banquete que voy a hacerles; y mañana haré conforme a lo que pide el rey.
Entonces el rey volvió a preguntar a Ester el día segundo, en el banquete de vino: ¿Cuál es tu petición, oh reina Ester? pues te será concedida; ¿y cuál es tu demanda? que hasta la mitad del reino te será otorgada.