¶Entretanto David subía la cuesta del Monte de los Olivos, y subía llorando, cubierta la cabeza y andando descalzo. Asimismo toda la gente que iba con él, se cubría cada cual la cabeza; ellos también subían, y subían llorando.
¶Mas Ahitofel, visto que no se había seguido su consejo, aparejó su asno, y subiendo en él, se fué a su casa, a su ciudad; y dispuso su casa, y se ahorcó, y murió, y fué enterrado en el sepulcro de su padre.
De modo que Acab volvió a su casa adusto y enojado, a causa de la respuesta que le había dado Nabot jezreelita, diciendo: No te daré la herencia de mis padres. Con lo cual se echó sobre su cama, y apartó su rostro, y no comió nada.
Y él le respondió: Porque hablé con Nabot jezreelita, diciéndole: Dame tu viña por dinero, o si más te gusta, te daré otra viña en lugar de ella: y él contestó: No te daré mi viña.
Y le miró Azarías el sumo sacerdote, con todos los sacerdotes, y he aquí que estaba herido de lepra en su frente; y le echaron de allí a toda prisa; también él mismo apresuróse a salir, por cuanto le había herido Jehová.
Tomó pues Hamán el traje y el caballo, y vistió a Mardoqueo, y le hizo pasear por las calles de la ciudad, y pregonó delante de él: ¡Así se debe hacer al hombre que el rey se complace en honrar!
Y cuando el rey volvió del jardín del palacio a la casa del banquete de vino, Hamán estaba caído sobre el lecho en que se reclinaba Ester. Y dijo el rey: ¿Aun querrá violentar a la reina, estando ella conmigo en mi casa? No bien salió la palabra de boca del rey, cuando cubrieron la cara de Hamán.