Y los vasos que te han sido entregados para el servicio de la Casa de Dios, los entregarás en la presencia del Dios de Jerusalem.
Y hablaron del Dios de Jerusalem, como de los dioses de los pueblos de la tierra; ¡obra de manos de hombres!
Y lo que a ti y a tus hermanos pareciere bueno hacer de la plata y del oro que sobrare, hacedlo así, conforme a la voluntad de vuestro Dios.
Y lo demás que hubieres menester para la Casa de tu Dios, que tuvieres ocasión de dar, daráslo de la casa de los tesoros del rey.
A Babilonia serán llevados, y allí se quedarán hasta el día que yo los visitare, dice Jehová; entonces los traeré, y los restauraré a este lugar.
En aquel tiempo Jerusalem será llamada trono de Jehová; y serán reunidas a ella todas las naciones, al nombre de Jehová, en Jerusalem; y no seguirán más la dureza de su depravado corazón.