Y los ancianos de los Judíos siguieron edificando y prosperando, en virtud de la profecía de Aggeo profeta, y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron pues y acabaron la obra, por orden del Dios de Israel, y por orden de Ciro, y de Darío, y de Artajerjes, reyes de Persia.
el que dice de Ciro: ¡Pastor mío es, que cumplirá toda mi voluntad! y diciendo a Jerusalem: ¡Serás reedificada! y al Templo: ¡Serán echados tus cimientos!