Y Jesús respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo ha revelado carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Jesús respondió y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le habrías pedido a él, y él te hubiera dado agua viva.
En verdad, en verdad os digo, que quien oye mi palabra, y cree a aquel que me envió, tiene vida eterna, y no entra en condenación, sino que ha pasado ya de muerte a vida.
Y habiendo llegado, congregaron la iglesia, y les refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
Y cierta mujer llamada Lidia, traficante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, mujer religiosa, estaba escuchando: cuyo corazón abrió el Señor, para que atendiese a las cosas dichas por Pablo.
Por lo cual es de fe, para que sea de gracia; a fin de que quede segura la promesa para toda la simiente; no solo a la que es de la ley, sino a la que es de la fe de Abraham; el cual es el padre de nosotros todos
para que sobre las naciones viniese la bendición de Abraham, en Jesucristo; para que así recibiésemos nosotros la promesa del Espíritu por medio de la fe.
Porque hechura suya somos nosotros, creados en Cristo Jesús para las buenas obras, las cuales había Dios antes preparado, para que anduviésemos en ellas.
habiendo sido sepultados con él en el bautismo, en el cual también fuisteis resucitados con él, por medio de la fe en la operación de Dios, que le resucitó de entre los muertos.
Es preciso avanzar; porque es imposible que los que una vez fueron iluminados, y gustaron del don celestial, y fueron hechos participantes del Espíritu Santo,