Si la ira del príncipe se levantare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre calma la irritación de grandes ofensas.
El hombre iracundo suscita reyertas; mas aquel que es tardo en airarse apacigua las contiendas.
Por medio de la longanimidad el príncipe se deja persuadir; y la lengua blanda rompe el hueso.
Hay un mal que he visto debajo del sol, como yerro que procede del príncipe:
No te apresures a salir de su presencia; no persistas en hacer una cosa mala; porque él hará todo cuanto quisiere.