Lleguéme pues a uno de los que estaban en pie, y le pregunté la verdad acerca de todo esto. Entonces él habló, y me hizo saber la significación de aquellas cosas, diciendo:
Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares ministraban delante de él, y millones de millones en su presencia se levantaban; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.
Por lo cual él se acercó junto a donde yo estaba; y cuando se acercó, yo me despavorí, y caí sobre mi rostro. Pero él me dijo: Entiende, hijo del hombre, que para el tiempo del fin es la visión.
Así dice Jehová de los Ejércitos: Si anduvieres en mis caminos, y guardares mis preceptos, entonces tú también gobernarás mi Casa, y también serás guarda de mis atrios: y te daré libre entrada entre éstos que están presentes.
Y díjome uno de los ancianos: ¡No llores! he aquí que el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha prevalecido para abrir el libro, y para soltar sus siete sellos.