Y dije al rey: ¡Viva el rey para siempre! ¿Por qué no ha de estar triste mi rostro, cuando la ciudad de los sepulcros de mis padres está desierta, y sus puertas quemadas a fuego?
Entonces hablaron los caldeos al rey en siriaco, diciendo: ¡Oh rey, vive para siempre! Refiere el sueño a tus siervos, y nosotros manifestaremos la interpretación.
Entonces Nabucodonosor, acercándose a la boca del horno ardiendo en fuego, habló y dijo: ¡Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid fuera, y venid acá! Entonces salieron Sadrac, Mesac y Abed-nego de en medio del fuego.
Por lo cual estos presidentes y sátrapas se reunieron atropelladamente al rededor del rey, y le hablaron de esta manera: ¡Rey Darío, vive para siempre!