En aquel momento salieron los dedos de una mano de hombre, y escribieron al frente del candelabro, sobre lo encalado de la pared del palacio real; y el rey vió la mano que escribía.
Aun estaba la palabra en la boca del rey, cuando del cielo cayó una voz, que dijo: ¡Ati se te dice, rey Nabucodonosor, que el reino ha sido traspasado de ti!
En aquella misma hora se cumplió en Nabucodonosor esta sentencia; pues que de entre los hombres fué expulsado, y como los bueyes comía la hierba, y con el rocío del cielo fué mojado su cuerpo, hasta que los cabellos le crecieron como plumas de águila, y sus uñas como las de aves de rapiña.
Y ahora han sido traídos delante de mí los sabios, los encantadores, para leer este escrito, y hacerme conocer su interpretación: mas no han podido mostrar la significación de la cosa.
Entonces se le mudaron al rey los colores, y sus pensamientos le aterraron, en términos que las coyunturas de sus lomos se le desencajaban, y sus rodillas se batían la una con la otra.