Entonces los que sean sabios brillarán como el resplandor del firmamento, y los que hayan vuelto a justicia a muchos, como las estrellas para siempre y eternamente.
Y por cuanto los hijos de Israel miraban el rostro de Moisés, y veían que la tez de su rostro despedía rayos de luz, volvió Moisés a poner el velo sobre su rostro hasta que entraba otra vez a hablar con Él.
Verá el fruto del trabajo de su alma, y quedará satisfecho: con su ciencia mi justo Siervo justificará a muchos; pues que él mismo cargará con sus iniquidades.
Mas si ellos hubieran estado en mi privanza, habrían hecho que mi pueblo oyese mis palabras, y los hubieran hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras.
Y los sabios de entre el pueblo instruirán a muchos; pero irán tropezando y cayendo, muchos días, a causa de la espada, de las llamas, del cautiverio y del saqueo.
Por eso algunos de los sabios tropezarán, para que sean acrisolados, y purificados, y emblanquecidos, hasta el tiempo del fin: porque todavía es para el tiempo determinado.
Muchos serán purificados y emblanquecidos y acrisolados; pero los malos seguirán haciendo maldades; y no entenderá ninguno de los malhechores; mas los sabios entenderán.
Y Jesús les dijo: En verdad os digo, que vosotros que me habéis seguido, cuando en la regeneración el Hijo del hombre se siente sobre el trono de sugloria, vosotros también os sentaréis sobre doce tronos, juzgando a las doce tribus de Israel.
HABÍA en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros, como Bernabé y Simeón, que se llamaba Niger, y Lucio de Cirene, y Manahén (hermano de leche de Herodes tetrarca), y Saulo.
Según la gracia de Dios que me ha sido dada, como arquitecto sabio, yo eché el cimiento, y otro edifica sobre él: pero mire cada uno cómo edifica sobre él.
Porque debiendo de ser ya maestros de otros, a causa del tiempo que habéis creído, tenéis necesidad que alguien os enseñe otra vez a vosotros cuáles sean los primeros rudimentos de los oráculos de Dios; y habéis venido a ser como los que necesitan de leche, y no de alimento sólido.
Y tened entendido que la larga espera de nuestro Señor es para salvación; así como también nuestro amado hermano Pablo, conforme a la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito;
el misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y los siete candelabros de oro. Las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias; y los siete candelabros son las siete iglesias.