¡Atráeme! ¡correremos en pos de ti! ¡Me ha conducido el Rey dentro de sus recámaras! ¡Nos alegraremos y nos regocijaremos en ti; nos acordaremos de tus caricias más que del vino: con justísima causa te aman!
Si no lo sabes, ¡oh tú, la más hermosa entre las mujeres! sal a buscarle, siguiendo las huellas del rebaño, y apacienta tus cabritos junto a las cabañas de los pastores.
Abrí a mi amado: ¡pero mi amado ya se había retirado, había seguido adelante! ¡Yo había perdido el juicio, cuando él me habló! Busquéle, mas no le hallé; llaméle, mas no me respondió.
¿Qué es tu amado más que cualquier otro amado, oh tú, la más hermosa entre las mujeres? ¿qué es tu amado más que cualquier otro amado, para que así nos conjures?
¡Oh Esperanza de Israel, Salvador suyo en el tiempo de angustia! ¿por qué has venido a ser como extranjero en la tierra, o como viandante, que sólo despliega su tienda para pasar una noche?