Altar de tierra me harás, oh Israel, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas pacíficas, tus ovejas y tus vacas. En todo lugar donde yo hiciere recordar mi nombre, vendré a ti y te bendeciré.
¡Hasta que refresque el día y declinen las sombras de la tarde, vuelve, oh amado mío, sé como el corzo, o como el cervatillo, sobre las montañas escarpadas!
¿Quién es ésta, que viene subiendo del desierto, como columnas de humo, perfumada con mirra y olíbano, y con todos los polvos aromáticos del traficante?
Y acontecerá que en los postreros días, el monte de la Casa de Jehová será establecido como cabeza de los demás montes, y será ensalzado sobre los collados; y como ríos, fluirán a él todas las naciones.
Porque desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, mi Nombre ha de ser grande entre las naciones; y en todo lugar se ofrecerá a mi Nombre incienso y ofrenda limpia: porque grande será mi Nombre entre las naciones, dice Jehová de los Ejércitos.
Para vosotros empero que teméis mi Nombre, se levantará el Sol de justicia, trayendo salud eterna en sus alas; y saldréis vosotros, saltando alegres como terneros cebados.
Y también tenemos, más firme, la palabra profética; a la cual hacéis bien en estar atentos, como a una lámpara que luce en un lugar tenebroso, hasta que el día esclarezca, y el lucero nazca en vuestros corazones;
Otra vez, un nuevo mandamiento os escribo, cosa que es verdadera en él y en vosotros; porque las tinieblas se van pasando, y la luz verdadera ya resplandece,
¶Yo Jesús he enviado mi ángel para dar testimonio de estas cosas a las iglesias. Yo soy la raíz y el vástago de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
¶Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos cayeron sobre sus rostros, delante del Cordero, teniendo cada cual un arpa, y tazones de oro llenos de incienso, que son las oraciones de los santos.