¡Montañas de Gilboa, nunca haya rocío, ni nunca lluvia sobre vosotras, ni campos de ofrendas! porque allí fué vilmente desechado el escudo de los héroes, el escudo de Saúl, cual si no fuera ungido con aceite.
Y junto a él, Ezer hijo de Jesúa, jefe de Mizpa, restaurador de otra porción, de la parte frente a la subida de la Armería, junto al ángulo entrante del muro.
tu cuello como una torre de marfil; tus ojos como los estanques de Hesbón, junto a la puerta de Batrabbim; tu nariz como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.