Dije soñando: Me levantaré pues, y daré una vuelta por la ciudad: por las calles, y por las plazas buscaré al que ama mi alma. Busquéle, mas no le hallé.
Dime, oh tú a quien ama mi alma, dónde apacientas tu rebaño; dónde lo haces sestear al medio día; pues ¿por qué he de ser yo como alguna tapada, junto a los rebaños de tus compañeros?
Y no hay quien invoque tu nombre, ni quien se despierte para echar mano de ti; porque has escondido tu rostro de nosotros, y nos has dejado perecer a causa de nuestras iniquidades.
¡RECORRED las calles de Jerusalem, y mirad, y reconoced, y buscad por sus plazas, a ver si podéis encontrar un hombre; si hay uno solo que obre justicia, que busque la verdad; y yo la perdonaré!
Y hagamos esto, conociendo el tiempo, que es ya hora que despertemos del sueño; porque ahora la salvación está más cercana que cuando por primera vez creímos.
Despertad a vuestros sentidos, como es justo, y no pequéis; porque hay algunos que no tienen el conocimiento de Dios: lo digo para moveros a vergüenza.