Mas sucedió que cuando el Arca de Dios iba entrando en la ciudad de David, Micol hija de Saúl tendió la vista desde una ventana, y vió al rey David que daba brincos y danzaba delante de Jehová; y desprecióle en su corazón.
¡Hasta que refresque el día y declinen las sombras de la tarde, vuelve, oh amado mío, sé como el corzo, o como el cervatillo, sobre las montañas escarpadas!
¡Despierta, oh Aquilón, y ven, oh Austro; soplad sobre mi jardín, para que se esparzan sus aromas! ¡Venga mi amado a su jardín, y coma de sus preciosas frutas!
Yo dormía, pero estaba mi corazón velando- ¡Es la voz de mi amado, que está golpeando a la puerta: Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía! porque mi cabeza está llena de rocío, y mis cabellos, de las gotas de la noche.
¡Cantad, oh cielos, porque Jehová ha hecho esto! ¡prorrumpid en aclamaciones, oh partes inferiores de la tierra! ¡romped en alabanzas, oh montañas, oh selva y todo árbol que hay en ella; porque Jehová ha redimido a Jacob, y se glorificará en Israel!
¡Cuán hermosos sobre las montañas son los pies de aquel que trae buenas nuevas, del que publica la paz; que trae buenas nuevas de felicidad, que publica la salvación; que dice a Sión: ¡Tu Dios reina!
¿Pues no fué Israel objeto de irrisión para ti? ¿acaso fué hallado entre los ladrones, para que cuantas veces hablaste de él hubieras de menear la cabeza?
Regocijaos en aquel día, y saltad de gozo; porque, he aquí, vuestro galardón es grande en el cielo; pues que del mismo modo hacían los padres de ellos con los profetas.
El que tiene la esposa es el esposo; mas el amigo del esposo que le asiste y le oye, se regocija en gran manera a causa de la voz del esposo: este gozo mío, pues, es completo.