Como el manzano entre los árboles de la selva, así es mi amado entre los mancebos. Debajo de su sombra me senté con gran deleite, y su fruto fué dulce a mi paladar.
¡APIÁDATE de mí, oh Dios, apiádate de mí; porque en ti se ha refugiado mi alma! ¡y bajo la sombra de tus alas me ampararé, hasta que pasen estas calamidades!
¡Despierta, oh Aquilón, y ven, oh Austro; soplad sobre mi jardín, para que se esparzan sus aromas! ¡Venga mi amado a su jardín, y coma de sus preciosas frutas!
¡Las mandrágoras despiden su fragancia, y junto a nuestras puertas están toda suerte de frutas exquisitas, tanto nuevas como añejas, que tengo guardadas para ti, oh amada mío!
Mi viña, la que es mía propia, está delante de mí: los mil siclos serán para ti, ¡oh Salomón! y doscientos deben de ser para los guardaron el fruto de ella.
¿Quién es ésta que viene subiendo del desierto, apoyada en su amado? Debajo de este manzano te desperté yo; allí tu madre tuvo dolores de parto por ti, allí tuvo dolores de parto aquella que te dió a luz.
porque has sido fortaleza para el desvalido, fortaleza para el pobre en su angustia, su refugio contra la tempestad, su sombra contra el calor, cuando el resoplido de los tiranos era como tempestad contra la pared.
Y será un Varón como escondedero contra el viento, y como abrigo contra la tempestad; como corrientes de aguas en un lugar de sequía, y como le sombra de una peña grande en tierra de cansancio.
Y a lo largo del río, sobre sus riberas de una y de otra orilla, crecerá toda suerte de árboles buenos para comer; y sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto: darán nuevos frutos cada mes; por cuanto sus aguas salen del Santuario. Y será su fruto para comer, y sus hojas para medicina.
La vid está seca, la higuera languidece; el granado, y la palma, y el manzano, y en fin, todos los árboles del campo están marchitos ya. ¡Aullad, porque el gozo se ha acabado entre los hijos de los hombres!
mirando a Jesús, autor y consumador de nuestra fe, el cual por el gozo que fué puesto delante de él, soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra de Dios.
Mas la cambronera respondió así a los árboles: Si de buena fe vosotros vais a ungirme a mí por rey sobre vosotros, venid, refugiaos bajo mi sombra; y si no, salga de la cambronera fuego que devore los cedros del Líbano.