Al huerto de las nueces descendí yo un día, parar las lozanas plantas del valle; para ver si estaba en cierne la vid, y si los ganados echaban sus flores.
Subiré, digo para mí, en la palma, asiré las ramas de ella; ¡sean pues tus pechos como los racimos de la vid, y la fragancia de tu aliento como de manzanas,
Porque antes de la siega, cuando se ha acabado la flor, y el agraz se va convirtiendo en uva madura, Jehová corta los tallos con podaderas, y quita las ramas, y las desmocha.
Porque de la manera que la tierra brota sus productos, y como el jardín hace crecer sus plantas, así Jehová hará crecer justicia y alabanza en presencia de todas las naciones.
¿Hay acaso cosecha todavía en el granero? No; ni tampoco la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el olivo han producido: pues bien, desde este día os voy a bendecir.
¶Nosotros pues somos embajadores de parte de Cristo, como si Dios os rogara por medio de nosotros: ¡os rogamos, por parte de Cristo, que os reconciliéis con Dios!