Y tenían corazas, como si fuesen corazas de hierro; y el estruendo de sus alas era como el estruendo de carros y de muchos caballos, que se lanzan al combate.
Al ruido de las patadas de sus fuertes corceles, al estruendo tumultuoso de sus carros de guerra, al rugido sordo de sus ruedas, los padres no vuelven ya la cara hacia sus hijos, por debilidad de manos;
Y así ví los caballos en la visión, y a los que estaban sentados sobre ellos, los cuales tenían corazas como de fuego, y de color de jacinto, y de azufre; y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de sus bocas salían fuego y humo y azufre.