Ahora pues, os impuso mi padre un yugo pesado, pero yo añadiré todavía más a vuestro yugo; mi padre os castigó con látigos, yo empero os castigaré con escorpiones.
Ahora pues, mi padre os impuso un yugo pesado, pero yo añadiré todavía más sobre vuestro yugo; mi padre os castigó con látigos, yo empero os castigaré con escorpiones.
y les habló de acuerdo con el consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre hizo pesado vuestro yugo, pero yo añadiré todavía mas sobre él; mi padre os castigó con látigos, yo empero os castigaré con escorpiones.
Tú pues, oh hijo del hombre, no temas de ellos, ni de sus palabras has de temer; aunque ellos sean zarzas y espinos para contigo, y aunque tú habites en medio de escorpiones. No temas a causa de sus palabras, y de sus rostros no te acobardes; porque casa rebelde son.
Lo que dejó la langosta gazam, lo ha devorado la arbeh, y lo que dejó la arbeh, lo ha devorado la yélek, y lo que dejó la yélek, lo ha devorado la hasil.
Allí te consumirá el fuego; la espada te destruirá, te consumirá como la langosta aunque te multipliques como la langosta, aunque te multipliques como el langostón.
Tus príncipes son como langostones, y tus jefes, como enjambres de langostas, que acampan entre los vallados en un día de frío; mas al levantarse el sol, se huyen, y no se sabe el lugar en donde están.
el cual te condujo por aquel desierto tan grande y tan espantoso, de serpientes ardientes y escorpiones, y de sequía, en donde no hay aguas; el cual sacó para ti aguas de la roca durísima;
Y les fué permitido, no que los matasen, sino que fuesen los hombres atormentados por ellos, cinco meses; y su tormento era como el tormento que causa el escorpión cuando hiere a un hombre.
Y las formas de las langostas eran parecidas a caballos aparejados para la batalla; y sobre sus cabezas tenían unas como coronas, al parecer de oro; y sus caras eran como caras de hombres.
Y Madián y Amalec, con todos los hijos de Oriente, estaban tendidos por el valle, siendo como langostas en muchedumbre; y de sus camellos no había número, pues eran como las arenas que están a la ribera del mar en multitud.