Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Éstos son los que salen de la grande tribulación, y lavaron sus ropas, y las emblanquecieron en la sangre del Cordero.
¡Venid pues, y arguyamos juntos, dice Jehová! ¡Aunque vuestros pecados fuesen como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque fuesen rojos como el carmesí, como lana quedarán!
Por eso algunos de los sabios tropezarán, para que sean acrisolados, y purificados, y emblanquecidos, hasta el tiempo del fin: porque todavía es para el tiempo determinado.
EN aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y habrá tiempo de angustia cual nunca ha sido desde que ha habido nación hasta aquel tiempo. Mas en aquel tiempo será librado tu pueblo, es decir, todos los que fueren hallados escritos en el libro.
Lleguéme pues a uno de los que estaban en pie, y le pregunté la verdad acerca de todo esto. Entonces él habló, y me hizo saber la significación de aquellas cosas, diciendo:
confirmando las almas de los discípulos, y exhortándolos a que permaneciesen firmes en la fe, y enseñándoles que es necesario que por medio de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.
Y esto erais algunos de vosotros: mas habéis sido lavados, mas habéis sido santificados, mas habéis sido justificados, en el nombre del Señor Jesucristo, y por el Espíritu de nuestro Dios.
de manera que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, con motivo de vuestra paciencia y fe, en medio de todas las persecuciones y las aflicciones que sufrís;
¿cuánto más la sangre de Cristo (el cual por medio del Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mácula a Dios) limpiará vuestra conciencia de las obras muertas, para servir al Dios vivo?
pero si andamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
y de Jesucristo, que es el fiel testigo, el primogénito de entre los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. A Aquel que nos ama, y nos ha lavado de nuestros pecados en su misma sangre,
Y ellos le vencieron por medio de la sangre del Cordero, y por medio de la palabra de su testimonio, y no amaron sus vidas, exponiéndolas hasta la muerte.
¶Y ví como si fuese un mar de vidrio revuelto con fuego; y los que habían salido victoriosos de la prueba de la bestia, y de su imagen, y del número de su nombre, estaban sobre aquel mar de vidrio, teniendo arpas de Dios.
¶Y ví a aquella mujer embriagada de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús. Y cuando la ví, me maravillé con grande admiración.
Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (mas tú eres rico), y sé la blasfemia de los que dicen que ellos son judíos, y no lo son, sino antes son una sinagoga de Satanás.
Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: ¡Digno eres tú de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque fuiste inmolado, y has adquirido para Dios con tu misma sangre, hombres de toda tribu, y lengua, y pueblo, y nación;
¶Después de esto, miré, y he aquí una grande muchedumbre, que nadie podía contar, de entre todas las naciones, y las tribus, y los pueblos, y las lenguas, que estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, revestidos de ropas blancas, y teniendo palmas en sus manos;