¶Y cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: ¡Ven! Y miré, y he aquí un caballo negro; y aquel que estaba sentado sobre él tenía una balanza en su mano.
Y me dijo: Hijo del hombre, he aquí que voy a quebrar el báculo del pan en Jerusalem; de modo que comerán el pan por peso y con ansiedad, y beberán el agua por medida y con espanto;
Cuando yo os hubiere quebrado el báculo del pan, diez mujeres cocerán vuestro pan en un solo horno, y os devolverán vuestro pan por peso; y comeréis, mas no os saciaréis.
Los caballos negros que están en el carro segundo, salen hacia la tierra del Norte; y los blancos salen tras ellos; y los tordillos salen hacia la tierra del Sur.
Y díjome uno de los ancianos: ¡No llores! he aquí que el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha prevalecido para abrir el libro, y para soltar sus siete sellos.
Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: ¡Digno eres tú de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque fuiste inmolado, y has adquirido para Dios con tu misma sangre, hombres de toda tribu, y lengua, y pueblo, y nación;