Y salió otro caballo, rojo: y al que estaba sentado sobre éste, le fué dado quitar de la tierra la paz, y hacer que los hombres se matasen unos a otros; y le fué dada una grande espada.
y a causa de la grandeza que le dió, todos los pueblos y naciones y lenguas temblaron y se estremecieron delante de él. Al que le daba gana mató, y al que le daba gana concedió vida; al que le daba gana ensalzó, y al que le daba gana abatió.
Aquella noche ví que, he aquí, un hombre iba montado en un caballo rojo; y se detuvo entre los mirtos que había en una hondonada; y detrás de él había caballos rojos, alazanes y blancos.
Jesús le respondió: No tendrías potestad alguna contra mí, si no te hubiera sido dada de arriba: por esto el que me ha entregado a ti, tiene mayor pecado.
Si alguno lleva en cautiverio, al cautiverio irá; si alguno mata con espada, es preciso que él sea muerto a espada. En esto está la paciencia y la fe de los santos.
Y me llevó en el Espíritu a un desierto: y ví a una mujer sentada sobre una bestia de color escarlata, llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos.
¶Y ví a aquella mujer embriagada de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús. Y cuando la ví, me maravillé con grande admiración.