¡Digno eres tú, Señor nuestro y Dios nuestro, de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad ellas existen, y fueron creadas!
Entonces dijeron los levitas Jesúa y Cadmiel, Bani, Hasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petahías: ¡Levantaos y bendecid a Jehová vuestro Dios, que es desde la eternidad y hasta la eternidad! ¡y bendigan todos tu santo nombre, que es ensalzado sobre toda bendición y alabanza!
porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar y todo cuanto en ellos hay, y descansó en el séptimo; por tanto Jehová bendijo el día del Descanso y lo santificó.
¡Levantad hacia arriba vuestros ojos, y ved! ¿Quién creó aquellos cuerpos celestes? ¿quién saca por cuenta su hueste? A todos ellos los llama por sus nombres; a causa de la grandeza de sus fuerzas y la pujanza de su poder, no deja de presentarse ni uno de ellos.
¿Acaso tú no sabes? ¿acaso nunca lo has oído decir? ¡El Dios eterno, Jehová, el Creador de los fines de la tierra, no desfallece, ni aun se cansa: no hay quien escudriñe su entendimiento!
¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido; y no hay cosa alguna que sea demasiado difícil para ti;
¡Señores! ¿por qué hacéis esto? ¡Nosotros también somos hombres como vosotros, sujetos a enfermedad, y os predicamos el evangelio, para que de estas vanidades os volváis al Dios vivo, que hizo el cielo, y la tierra, y el mar, y cuanto hay en ellos!
y hacer que todos los hombres vean cuál sea la administración del misterio, que por todos los siglos ha estado encubierto en Dios, creador de todas las cosas;
en estos postreros días, nos ha hablado a nosotros por su Hijo; a quien ha constituído heredero de todas las cosas, por medio de quien también hizo el universo.
y juró por aquel que vive para siempre jamás, el cual creó el cielo y cuanto hay en él, y la tierra y cuanto hay en ella, y el mar y cuanto hay en él, que no hubiese de haber más dilación;
y dice a gran voz: ¡Temed a Dios y dadle gloria; porque ha llegado la hora de su juicio; y adorad al que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de agua!
Y DESPUÉS de esto, oí como si fuese un grande estruendo de una gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! ¡La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios;
los cuales decían a gran voz: ¡Digno es el Cordero que ha sido inmolado, de recibir el poder, y la riqueza, y la sabiduría, y la fortaleza, y la honra, y la gloria, y la bendición!
Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: ¡Digno eres tú de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque fuiste inmolado, y has adquirido para Dios con tu misma sangre, hombres de toda tribu, y lengua, y pueblo, y nación;