Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el sepulcro entregaron los muertos que había en ellos: y fueron juzgados cada uno conforme a sus obras.
¡Vivirán tus muertos; los cadáveres de mi pueblo se levantarán! ¡Despertad y cantad, vosotros que moráis en el polvo! porque como el rocío de hierbas es tu rocío, y la tierra echará fuera los muertos.
¡Del poder del sepulcro yo los rescataré, de la muerte los redimiré! ¿dónde están tus plagas, oh muerte? ¿dónde está tu destrucción, oh sepulcro? Cambio de propósito será escondido de mi vista.
¡Tú también, oh Capernaum, que has sido elevada hasta el cielo, hasta la perdición serás abatida! porque si en Sodoma hubiesen sido hechos los milagros que han sido hechos en ti, hubiera permanecido hasta el día de hoy.
Y mataré a sus hijos de peste; y conocerán todas las iglesias que yo soy Aquel que escudriña los íntimos pensamientos y los corazones; y daré a cada uno de vosotros conforme a vuestras obras.
Y ví a los muertos, pequeños y grandes, estar en pie delante del trono; y abriéronse los libros; abrióse también otro libro, que es el libro de la vida: y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los libros, según sus obras.
Y limpiará toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más; ni habrá más gemido, ni clamor, ni dolor; porque las cosas de antes han pasado ya.
Y miré, y he aquí un caballo pálido, y aquel que estaba sentado sobre él se llamaba la Muerte; y el mundo de los muertos seguía en pos de él. Y a éstos les fué dada autoridad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar a espada, y con hambre, y con peste, y por medio de las fieras de la tierra.