Apocalipsis 18:21

Biblia Version Moderna (1929)

¶Y un ángel poderoso alzó una piedra, como si fuese una gran piedra de molino, y arrojóla en el mar, diciendo: Así con caída espantosa será derribada Babilonia, aquella gran ciudad, y no será hallada más.

Referencias Cruzadas

Nehemías 9:11

Pues partiste el mar delante de ellos, y los hiciste pasar por en medio de la mar en seco; pero en cuanto a sus perseguidores, los arrojaste en los abismos, como una piedra que se hunde en las poderosas aguas.

Job 20:8

Como un sueño volará, y no será más hallado; será puesto en fuga como visión de la noche.

Salmos 37:36

empero él pasó; y, he aquí, ya no era; y le busqué, mas no pudo ser hallado.

Éxodo 15:5

¡Los abismos los cubren; descendieron a las profundidades, como una piedra!

Ezequiel 26:21

Te reduciré a la nada, y tú dejarás de ser; y serás buscada, pero nunca jamás serás hallada, dice Jehová el Señor.

Daniel 11:19

Por lo cual él volverá su rostro hacia las fortalezas de su propia tierra; pero tropezará, y caerá, y no será más hallado.

Apocalipsis 10:1

Y VÍ a otro ángel poderoso que descendía del cielo, revestido de una nube; y había un arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego:

Apocalipsis 12:8

pero no prevalecieron, ni fué hallado más su lugar en el cielo.

Apocalipsis 16:20

Y huyó toda isla, y los montes no fueron hallados.

Apocalipsis 18:10

estando ellos a lo lejos, por temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay de aquella gran ciudad de Babilonia, de aquella ciudad poderosa; porque en una sola hora ha venido tu juicio!

Apocalipsis 18:22

Y la voz de arpistas, y de músicos, y de tañedores de flautas, y de los que tocan clarines no se oirá más en ti; y ningún maestro de arte alguna se hallará más en ti; y el sonido del molino no se oirá más en ti;

Apocalipsis 20:11

¶Y ví un gran trono blanco, y al que estaba sentado sobre él, de cuya presencia huyó la tierra y el cielo; y no fué hallado lugar para ellos.

Apocalipsis 5:2

Y ví a un ángel poderoso, que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro, y de soltar sus sellos?