Y dijo Jehová: Raeré al hombre que he creado de sobre la faz de la tierra; desde el hombre hasta la bestia, hasta el reptil, y hasta el ave de los cielos, porque me pesa el haberlos hecho.
Y Dios envió un ángel contra Jerusalem para destruirla; mas como la iba a destruir, miró Jehová, y dolióse del mal, y dijo al ángel destruidor: ¡Basta; detén ahora tu mano! Y el ángel de Jehová se paró cerca de la era de Ornán jebuseo.
¿Acaso Ezequías rey de Judá y todo Judá trataron siquiera de darle muerte? Al contrario ¿no temió el rey a Jehová, y suplicó el favor de Jehová, de modo que Jehová se arrepintió del mal que había pronunciado contra ellos? ¿Y nosotros por ventura hemos de hacer tan grande mal contra nosotros mismos?
Si permaneciereis quietos en esta tierra, yo os edificaré y no os derribaré; os plantaré también y no os arrancaré; porque me pesa de todo el mal que os he hecho.
¿Cómo te he de abandonar, oh Efraim? ¿podré yo entregarte, oh Israel? ¿cómo te he de hacer como Adma? ¿cómo te pondré como Zeboim? ¡se ha revuelto mi corazón dentro de mí, mis compasiones todas juntas están encendidas!
rasgad vuestros corazones y no vuestros vestidos, y volveos a Jehová vuestro Dios; porque él es clemente y compasivo, lento en iras y grande en misericordia, y se arrepiente del mal que amenaza traer.
Aborreced lo malo, y amad lo bueno, y restableced la justicia en los tribunales; quizás así Jehová el Dios de los Ejércitos se compadecerá del resto de José.
Confesad pues vuestros pecados los unos a los otros, y orad los unos por los otros, para que seáis sanados. Mucho puede la suplica ferviente del hombre justo.