¶Entonces el rey David fué y se sentó delante de Jehová, y dijo: ¿Quién soy yo, oh Señor, Jehová, y cuál es mi casa, para que me hayas elevado hasta tal punto?
indigno soy de todas las mercedes y de toda la fidelidad de que has usado para con tu siervo: porque con mi báculo pasé este Jordán, y ahora he venido a ser dos campamentos.
Es verdad que no así ha cumplido mi casa para con Dios: él empero ha hecho conmigo un pacto eterno, bien arreglado en todo y seguro; el cual es toda mi salvación y todo mi placer: ¿pues no lo hará florecer?
¶Entonces fué el rey David, y se sentó delante de Jehová, y dijo: ¿Quién soy yo, oh Jehová Dios, y cuál es mi casa, para que me hayas elevado hasta tal punto?
Pues ¿quién soy yo, y quién mi pueblo, para que seamos capaces de ofrecerte espontáneamente nuestras dádivas de esta manera? Porque todo lo que hay, de ti es; y de lo tuyo propio nosotros te hemos dado.
Mas él le contestó: ¡Ah, Señor! ¿con qué he de salvar yo a Israel? He aquí que mi parentela es la más pobre en Manasés, y yo soy el menor de la casa de mi padre.
Ella entonces cayó sobre su rostro, postrándose en tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos, para que hagas caso de mí, extranjera como soy?
Samuel pues le dijo: ¿No eras pequeño en tus propios ojos cuando fuiste constituído cabeza de las tribus de Israel, y te ungió Jehová por rey sobre Israel?
A lo que respondió Saúl: ¿No soy yo benjamita, de la más pequeña de las tribus de Israel? ¿y no es mi familia la menos importante de todas las familias de las parentelas de Benjamín? ¿por qué pues me dices a mí semejante cosa?