Tú pues, oh hijo del hombre, no temas de ellos, ni de sus palabras has de temer; aunque ellos sean zarzas y espinos para contigo, y aunque tú habites en medio de escorpiones. No temas a causa de sus palabras, y de sus rostros no te acobardes; porque casa rebelde son.
Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega: y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Coged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; mas el trigo recogedlo en mi granero.
Si alguno no permaneciere en mí, será echado fuera como un sarmiento, y se secará; y a los tales los recogerán, y los echarán en el fuego, y serán quemados.