Entonces fué David y tomó los huesos de Saúl, y los huesos de Jonatán su hijo, de los vecinos de Jabés-galaad, que los habían quitado furtivamente de la plaza de Bet-sán, donde los habían colgado los Filisteos, en el día que los Filisteos mataron a Saúl en Gilboa:
los enterraron con los huesos de Saúl y de Jonatán su hijo, en la tierra de Benjamín, en Zelá, en el sepulcro de Cis su padre; e hicieron todo lo que había mandado el rey. Y Dios fué propicio a la tierra después de esto.