Y dijo David a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalem: ¡Levantaos y huyamos! que de otra suerte no podremos escapar de Absalom. ¡Partid al instante, no sea que apresurándose, nos alcance, y traiga el mal sobre nosotros, y hiera la ciudad a filo de espada!
A lo cual respondió Joab: No puedo detenerme aquí contigo. De manera que, tomando tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalom, estando éste aún vivo en medio del roble.
¶Por tanto el rey David envió a Sadoc y a Abiatar, los sumos sacerdotes, diciendo: Hablad con los ancianos de Judá, diciendo: ¿Por qué sois vosotros los postreros en hacer volver al rey a su casa? pues que la palabra de todo Israel viene llegando al rey, para hacerle volver a su casa.
¶Entonces el rey pasó adelante a Gilgal, y Camaam pasó adelante con él; y todo el pueblo de Judá acompañaba al rey, y también la mitad del pueblo de Israel.
Y todo el pueblo estaba en contienda por entre todas las tribus de Israel, diciendo: El rey nos libró de mano de nuestros enemigos, y él nos salvó de mano de los Filisteos; mas ahora se ha huído del país con motivo de Absalom.
Ellos se han establecido reyes, mas no por mí; se han constituído príncipes, pero yo nada conocía de ello; de su plata y de su oro se han hecho ídolos, para ser ellos mismos destruídos.
A lo que respondieron: Levantaos, y subamos contra ellos; pues hemos visto la tierra, y he aquí que es muy buena; ¿y vosotros estáis desidiosos? No seáis perezosos para poneros en camino, a fin de entrar y tomar posesión de aquella tierra.