Ahora pues, la espada nunca se apartará de tu casa; por lo mismo que tú me has despreciado, y has tomado la mujer de Urías heteo para que sea tu mujer.
Entonces el rey fué profundamente conmovido, y se subió a la cámara que estaba sobre la puerta, y allí lloraba; y decía así en tanto que se iba: ¡Hijo mío, Absalom! ¡hijo mío, hijo mío, Absalom ¡quién me diera que hubiera yo muerto en lugar de ti, oh Absalom, hijo mío, hijo mío!
por cuanto había hecho David lo que era recto a los ojos de Jehová, sin apartarse en nada de lo que le había mandado, todos sus días, salvo en lo tocante a Urías heteo.
sino por todo un mes, hasta que os salga por las narices y os cause asco; por cuanto habéis tratado con desprecio a Jehová que está en medio de vosotros; y habéis llorado delante de él, diciendo: ¿Para qué salimos de Egipto?
Ninguno puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o será adicto al uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.
Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice así: Dije en verdad que tu casa, y la casa de tu padre andaría delante de mi rostro para siempre. Mas ahora, dice Jehová, ¡lejos sea esto de mí! porque a los que me honran yo los honraré, mas los que me desprecian serán tenidos en poco!