Por lo cual se levantaron y echaron a huir en el crepúsculo vespertino, abandonando sus tiendas y sus caballos y sus asnos, en fin, el campamento tal cual estaba, y huyeron por sus vidas.
Pues un carro se hacía subir y salía de Egipto por seiscientos siclos de plata, y un caballo por ciento cincuenta. Así también para todos los reyes de los Heteos y para los reyes de la Siria eran sacados por su medio.
En aquel día el género humano arrojará sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que se han hecho para adorarlos- los arrojarán a los topos y a los murciélagos;
para que a causa de dos cosas inmutables, en las que es imposible que Dios mintiese, tengamos un poderoso consuelo los que hemos huído para refugiarnos en él echando mano de la esperanza puesta delante de nosotros;
Y hubo temblor en el campamento, en el campo y entre toda la gente; y la guarnición y los merodeadores también temblaron; la tierra también se sacudió; de modo que vino a ser un temblor muy grande.