El pues les hizo una gran comida; y comieron y bebieron; luego los dejó ir, y se fueron a su señor. Y por entonces las guerrillas de los Siros no volvieron más a entrar en el país de Israel.
He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores, y como los ojos de una criada, a la mano de su señora; así miran nuestros ojos a Jehová nuestro Dios, hasta que tenga misericordia de nosotros.