Y aconteció que estando ya todas llenas, dijo a su hijo: Alcánzame otra vasija más. Y él le respondió: No hay más vasija. Entonces se detuvo el aceite.
Mas Naamán estalló en ira, y se fué, diciendo: ¡He aquí que yo pensaba que seguramente él hubiera salido a recibirme, y que, puesto de pie, hubiera invocado el nombre de Jehová su Dios; y que pasando su mano sobre la parte llagada, sanaría la lepra!