Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que, siendo él rico, por vuestra causa se hizo pobre, para que vosotros, por medio de su pobreza, llegaseis a ser ricos.
Pues creció delante de él como una planta tierna, y como renuevo de una raíz de tierra seca: no tiene forma ni hermosura, para que le miremos; ni tiene buen parecer, para que le deseemos.
A CAUSA de Sión no guardaré silencio, y a causa de Jerusalem no descansaré; hasta que salga, como resplandor, su justicia, y su salvación como antorcha que arde.
Así dice Jehová: Como cuando se halla el mosto en un racimo bueno, se dice: ¡No lo destruyas, porque hay bendición en él! así haré yo, a causa de mis siervos, no destruyéndolos a todos:
Sin embargo, para que no les demos motivo de escándalo, véte y echa un anzuelo en el mar, y toma el primer pez que subiere; y abriéndole la boca, hallarás un siclo: tomando esto, dáselo por mí y por ti.
¿No es éste el carpintero, hijo de María, y hermano de Santiago, y José, y Judas, y Simón? ¿y no están sus hermanas aquí con nosotros? Y se escandalizaban en él.
El que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos ha de dar también de pura gracia, todas las cosas juntamente con él?
¶Ahora me regocijo en mis padecimientos por vuestra causa, y estoy cumpliendo de mi parte lo que falta aún de los padecimientos de Cristo, en mi carne, por causa de su cuerpo, que es la iglesia;
en estos postreros días, nos ha hablado a nosotros por su Hijo; a quien ha constituído heredero de todas las cosas, por medio de quien también hizo el universo.
Escuchad, amados hermanos míos: ¿No ha escogido Dios a los que son pobres en cuanto al mundo, para que sean ricos en fe, y herederos del reino que tiene prometido a los que le aman?
Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (mas tú eres rico), y sé la blasfemia de los que dicen que ellos son judíos, y no lo son, sino antes son una sinagoga de Satanás.
te aconsejo que compres de mí oro acrisolado en el fuego, para que seas rico; y ropas blancas, para que te vistas, y no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y colirio también, a fin de ungirte los ojos, para que veas.