Pero sus entendimientos quedaron embotados; porque hasta el día de hoy, cuando se les lee el Antiguo Testamento, el mismo velo permanece sin ser alzado; el cual velo es quitado en Cristo.
Los atalayas de Israel son ciegos todos ellos; nada saben; todos ellos son perros mudos; no pueden ladrar; soñadores, echados en tierra, amantes del sueño.
Palpamos la pared como ciegos; sí, palpamos como los que no tienen ojos; tropezamos al mediodía, como en el crepúsculo, estamos en obscuridades como los ya muertos.
Embota el corazón de este pueblo, y haz que sean pesados sus oídos, y cierra sus ojos; para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, y con su corazón no entienda, ni se convierta, ni sea sanado.
Hijo del hombre, tú habitas en medio de la casa rebelde, los cuales tienen ojos para ver, mas no ven; oídos tienen para oír, mas no oyen; porque casa rebelde son.
Y Jesús respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo ha revelado carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Y después de la lectura de la Ley y de los Profetas, los jefes de la sinagoga enviaron a ellos, diciendo: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad.
Y cierta mujer llamada Lidia, traficante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, mujer religiosa, estaba escuchando: cuyo corazón abrió el Señor, para que atendiese a las cosas dichas por Pablo.
para abrirles los ojos, a fin de que se vuelvan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban remisión de pecados, y herencia entre los que son santificados mediante la fe en mí.
¶Porque no quiero que seáis ignorantes, hermanos, de este misterio (para que no seáis sabios en vuestro propio concepto), que endurecimiento parcial ha acontecido a Israel hasta tanto que la plenitud de los gentiles haya entrado:
el cual también nos ha hecho suficientes para ser ministros del nuevo pacto; no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu da vida.
Porque Dios que dijo: Resplandezca la luz de en medio de las tinieblas, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para darnos la luz del conocimiento de la gloria de Dios, en el rostro de Jesucristo.