¿Son ministros de Cristo? (Hablo como quien ha perdido el juicio). Yo soy más: en trabajos más abundante, en cárceles con más frecuencia, en azotes sobre medida, en muertes muchas veces.
¶Mas vinieron allí judíos desde Antioquía e Iconio; y habiendo persuadido a las multitudes, apedrearon a Pablo, y le sacaron de la ciudad, creyendo que estaba muerto.
Y viniendo éste a nosotros, cogió el ceñidor de Pablo, y atándose las manos y los pies, dijo: Así dice el Espíritu Santo: De esta manera atarán los judíos en Jerusalem al hombre, cuyo es este ceñidor, y le entregarán en mano de los gentiles.
Y CUANDO se resolvió que hubiésemos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a ciertos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta.
¶Y cuando entramos en Roma, el centurión entregó los presos al prefecto de la guardia pretoriana; pero a Pablo le fué permitido habitar por sí solo, con un soldado que le guardaba.
Mas por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia que me fué dada, no fué en vano; antes bien he trabajado más abundantemente que todos ellos; mas no yo, sino la gracia de Dios que estaba conmigo.
Pues yo pienso que Dios nos ha puesto a nosotros, los apóstoles, en exhibición, los postreros de todos, como hombres condenados a muerte: porque hemos venido a ser espectáculo al universo, tanto a los ángeles como a los hombres.
¶Miráis las cosas según la apariencia exterior. Si alguno tiene confianza en sí mismo, que él es de Cristo, considere otra vez esto consigo mismo: que así como él es de Cristo, así también lo somos nosotros.
el cual también nos ha hecho suficientes para ser ministros del nuevo pacto; no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu da vida.
Porque nosotros, que vivimos, somos siempre entregados a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne mortal.
¶Ahora me regocijo en mis padecimientos por vuestra causa, y estoy cumpliendo de mi parte lo que falta aún de los padecimientos de Cristo, en mi carne, por causa de su cuerpo, que es la iglesia;
y enviamos a Timoteo, nuestro hermano, y ministro de Dios, y nuestro colaborador en el evangelio de Cristo, para fortaleceros y consolaros en cuanto a vuestra fe;
¶Si impusieres a los hermanos en estas cosas, serás un buen ministro de Cristo Jesús, nutrido en las palabras de la fe y de la buena enseñanza, que has seguido estrictamente.
¶No te avergüences pues del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo; sino antes sufre trabajos conmigo por causa del evangelio, conforme al poder de Dios;
mis persecuciones, mis padecimientos: sabes cuales cosas me sucedieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; qué persecuciones sufrí; y de todas ellas me libró el Señor.
Porque no solamente os compadecisteis de los que estaban entre prisiones, sino que aceptasteis gozosamente la rapiña de vuestras posesiones, conociendo que tenéis para vosotros mismos, en el cielo, una posesión más excelente y duradera.