Mas él respondió: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo que mirar por las ovejas y vacas preñadas: y si las apresuran un solo día, morirá todo el ganado.
Y aconteció que a la séptima vez, dijo: He aquí una nubecilla pequeña, como la palma de la mano de un hombre, que va subiendo de la mar. Entonces él le dijo: Sube presto, di a Acab: Unce tu carro, y desciende; para que no te ataje la lluvia.
Y estaréis a la mira: si, por el camino de su propio territorio, subiere a Bet-semes, entonces él nos ha hecho este gran mal; mas sino, sabremos que no es su mano la que nos ha herido; es un acaso que nos ha sucedido.