Y ACONTECIÓ que cuando Isaac era viejo, y se le habían ofuscado los ojos de modo que ya no veía, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: ¡Hijo mío! y él respondió: Heme aquí.
Pero rehusó su padre, diciendo: Lo sé, hijo mío, lo sé; éste también vendrá a ser pueblo, y él también será grande; y sin embargo su hermano menor será más grande que él; y su linaje vendrá a ser una multitud de naciones.
Y lo hizo así la mujer de Jeroboam; pues se levantó, y fue a Silo, y llegó a casa de Ahías. Y Ahías no podía ya ver, porque se le habían fijado los ojos a causa de su vejez.
Los días de nuestros años son setenta años; y si a causa de mayor vigor alcanzan a ochenta años, aun así su jactada pujanza es afán y trabajo; porque presto se nos arrebata, y volamos.
día en que temblarán los guardas de la casa y se encorvarán los hombres robustos, y cesarán las que muelen, por ser pocas, y se ofuscarán las que miran por las ventanas;
¶Elí empero era muy viejo; y oía hablar de todo lo que hacían sus hijos para con todo Israel, y cómo se acostaban con las mujeres de la milicia sagrada, que asistían a la entrada del Tabernáculo de Reunión.