Y he aquí que yo seré contigo, y te guardaré dondequiera que anduvieres, y te haré volver a esta tierra; porque no te dejaré hasta tanto que haya cumplido lo que he prometido acerca de ti.
¡Bendito sea Jehová que ha dado descanso a su pueblo Israel, conforme a todo lo que había prometido! no ha faltado ni siquiera una palabra de toda aquella buena promesa que prometió por conducto de Moisés su siervo.
Sabed pues que no caerá a tierra nada de la palabra de Jehová, que él habló contra la casa de Acab; pues que Jehová ha hecho lo que habló por conducto de su siervo Elías.
Tal era la palabra que Jehová habló respecto de Jehú, diciendo: Hijos tuyos hasta la cuarta generación se sentarán en tu lugar sobre el trono de Israel; y así sucedió.
Así dice Jehová: He aquí que voy a traer el mal sobre este lugar, y sobre sus habitantes, a saber, todas las palabras del libro que acaba de leer el rey de Judá;
Cuando pasares por las aguas, estaré yo contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando anduvieres por en medio del fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti:
el que confirma la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros; el que dice de Jerusalem: ¡Ella será habitada! y de las ciudades de Judá: ¡Serán reedificadas, y yo volveré a levantar sus desolaciones!
cuando hablare un profeta en nombre de Jehová, y no sucediere la cosa, ni se verificare, esto es lo que no ha hablado Jehová: con presunción lo ha hablado el tal profeta; no tengas temor de él.
Y ahora, he aquí al rey que va al frente de vosotros. Mas yo ya soy viejo y cano; y en cuanto a mis hijos, he aquí que están con vosotros; y yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta este día.
Entonces respondió uno de los mancebos y dijo: He aquí, he visto a un hijo de Isaí bet-lehemita, que es hábil en tañer, y poderoso en valor, y hombre de guerra, y entendido en negocios, y de varonil hermosura, y Jehová es con él.
Y salía David a dondequiera que le enviaba Saúl, y se manejaba con prudencia, en grado que le puso Saúl sobre hombres de guerra; y fué acepto a los ojos de todo el pueblo, y también a los ojos de los siervos de Saúl.
Entonces él le dijo: Mira, te ruego; hay un varón de Dios en esta ciudad, que es un hombre insigne; todo cuanto él dice, se verifica sin falta. Ahora pues, vamos allá; quizá él nos dirá el camino por donde debemos andar.