¡No permita nunca Jehová que yo extienda mi mano contra el ungido de Jehová! Pero toma ahora, te ruego, la lanza que está a su cabecera, y el jarro de agua, y vámonos.
Entonces contestó David: ¿Qué tengo yo que ver con vosotros, hijos de Sarvia, para que os pongáis hoy por adversarios míos? ¿Acaso ha de morir hombre alguno hoy en Israel? ¿pues no acabo de saber que hoy mismo soy hecho rey sobre Israel?
no volviendo mal por mal, ni ultraje por ultraje, sino al contrario, bendiciendo a vuestros enemigos; porque para esto mismo fuisteis llamados, para que heredaseis bendición.
Heme aquí; testificad contra mí delante de Jehová y delante de su ungido, o cúyo buey he tomado, o cúyo asno he tomado, o a quién he hecho extorsión, o a quién he oprimido, o de cúya mano he admitido un regalo para cegar mis ojos con él; y se lo devolveré.
Entonces los hombres de David le decían: ¡He aquí el día de que te dijo Jehová: he aquí que voy a entregar a tu enemigo en tu mano, para que hagas con él como bien te pareciere! Levantóse entonces David, y cortó cautelosamente la falda del manto que Saúl traía puesto.
y dijo a sus hombres: ¡Nunca permita Jehová que yo tal haga contra mi señor, el ungido de Jehová, a saber, que extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová!